Acaricia el alma el aroma
De durazno y menta fresca
De aquel campo, el refugio
De mil tardes nuestras
Cuando bebía de tu boca
Aquel río de néctar
Que desaguaba en mis labios
Mientras acariciaba tus piernas
Nuestro abrazo incontenible
Se confundía entre la hierba
El reflejo de las lilas te cubría
Rayos de sol eran tus ojos
Noche de luna tus caderas
Mi pecho era el nido justo
Donde apoyabas tu cabeza
Y gozabas de caricias
Siempre vivas, casi eternas
Llegó la noche, las estrellas
Y abrazados sin palabras me mirabas
Desvestirte…sin vergüenza
Para amarnos con lujuria
Entre sábanas de menta
Y las lilas…nuestra estepa.
Char...libre, sin registro.