Doscientos treinta y
dos mil ciento cuarenta días vividos.
Hoy caminaba de
vuelta a casa
pisando hojas secas
de otoño
silbando una melodía
olvidada
como olvidados están
los “te quieros”
y esos añorados
tiempos que fueron,
que siempre parecen
mejores
que a veces son
peores…
vaya uno a saber.
Se dibujaban en mi
mente
las cartas “the
love”,
los corazones con
flechas,
las hojas de colores
perfumadas
donde cada uno
escribía a su amor.
Esas antiguas
“esquelas”,
papelitos simples
llenos de ansias,
repletos de citas,
horarios y encuentros
todo eso que se
atesoraba tanto…
¿dónde están Los
abuelos de la Nada?
¿y el Himno de mi
corazón?
¿Y los lunes por la
madrugada?
¿Y Pedro y Pablo, y
mi marcha de la broca?
Vaya uno a saber si
fueron tiempos mejores
o peores,
pero fueron,
eso es cierto.
Algunas vivencias
pueden volver,
menos esos
instantes,
y ese “desayuno en
américa” y Supertramp
ese tiempo que todos
dicen, ya pasó.
La luna siempre está
al igual que el sol,
las estrellas están
al igual que el amanecer
los atardeceres y
sus colores ocre rojizo…
todo está, como el
tiempo mismo.
Nosotros somos
quienes pasamos,
yo paso por esta
vida soñando
logrando, errando y
amando
pero yo soy quien
paso.
el tiempo no pasa
jamás
el tiempo está
siempre presente
esperando por otros
que vendrán,
cuando nosotros nos
hayamos ido.
Así llegué a casa,
silbando bajo
la melodía olvidada,
a disfrutar el
encuentro de lo mío
a pensar en mi
existencia
a dar gracias por
este mismo momento
por estas ganas de
volver a comenzar
por estos doscientos
treinta y dos mil ciento cuarenta días vividos
y por lo que fue,
pero me faltas tú.
Char®
Una bonita obra la que has hecho en este recorrido por los recuerdos en los días trascurrido, con un remate precioso.
ResponderEliminarMe encantó leerlo Char.
Un abrazo.