La sonrisa nada cuesta y rinde mucho. Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la da. Dura un instante, pero su recuerdo no se borra. Nadie es tan rico que pueda vivir sin ella; nadie tan pobre que no pueda regalarla.
En casa, la sonrisa expresa felicidad; en los negocios, confianza; y, entre amigos, es signo de comunión. Una sonrisa reanima a los cansados. Da valor a los desalentados, consuelo a los tristes y alivio a los enfermos.
Una sonrisa no puede ser comprada, ni prestada, ni robada, pues sólo vale cuando es regalada. Aun cuando alguien no te diera la sonrisa que tú esperas, sé generoso, y dale la sonrisa, pues nadie necesita tanto de ella como aquel que no sabe brindarla.
La sonrisa brota entre amigos, entre dos que se miran y se estiman. Una sonrisa es la mejor palabra a la persona amada. La sonrisa es un sí a la vida, un acto de amor a cada hombre concreto.
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