El misterio y los misterios son imposibles de eliminar de la vida del hombre. Su misma vida y el destino que les espera es un misterio.
Quiénes somos, dónde venimos y hacia qué fin somos dirigidos; el bien y el mal, la felicidad y el sufrimiento, los otros, la muerte…son solamente algunos de los interrogantes que nos ponemos, conscientes de que ninguna respuesta podrá nunca alcanzar la profundidad del misterio que los provoca.
Las filosofías y las religiones no dejan de dar sus respuestas: unas tratan de convencer y proporcionar doctas explicaciones, de lo que, en cuanto misterio, permanece aún inaccesible; otras recuerdan que, si es legítimo no renunciar a comprender los contornos de lo que es íntimamente un misterio, por el contrario, es temerario indagar aquello que nos sobrepasa y escrutar lo que nos es inaccesible, como lo ha dicho el Sirácides “No ambiciones lo que es demasiado difícil para ti, ni investigues lo que supera tus fuerzas”.
Cuando la razón da el último del reconociendo “que existen infinitas cosas que la sobrepasan”, abre la puerta al reconocimiento del límite de la creatura y hace lugar a la fe, a sus respuestas y a sus misterios.
La inteligencia que se detiene ante el umbral del misterio, cede paso a la fe, elige no girar al vacío y espera que, en la oscuridad, resplandezca la luz de otras respuestas.
La luz existe y penetra las tinieblas, queda a los hombres vestirla...
ResponderEliminarMayra
P.D: Te he leído y recordé esta frase escrita por mi hace tiempo.
Abrazos Char y lindo sábado.