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lunes, 23 de mayo de 2016

Doscientos treinta y dos mil ciento cuarenta días.

Doscientos treinta y dos mil ciento cuarenta días vividos.
Hoy caminaba de vuelta a casa
pisando hojas secas de otoño
silbando una melodía olvidada
como olvidados están los “te quieros”
y esos añorados tiempos que fueron,
que siempre parecen mejores
que a veces son peores…
vaya uno a saber.
Se dibujaban en mi mente
las cartas “the love”,
los corazones con flechas,
las hojas de colores perfumadas
donde cada uno escribía a su amor.
Esas antiguas “esquelas”,
papelitos simples llenos de ansias,
repletos de citas, horarios y encuentros
todo eso que se atesoraba tanto…
¿dónde están Los abuelos de la Nada?
¿y el Himno de mi corazón?
¿Y los lunes por la madrugada?
¿Y Pedro y Pablo, y mi marcha de la broca?
Vaya uno a saber si fueron tiempos mejores
o peores,
pero fueron,
eso es cierto.
Algunas vivencias pueden  volver,
menos esos instantes,
y ese “desayuno en américa” y Supertramp
ese tiempo que todos dicen, ya pasó.
La luna siempre está al igual que el sol,
las estrellas están al igual que el amanecer
los atardeceres y sus colores ocre rojizo…
todo está, como el tiempo mismo.
Nosotros somos quienes pasamos,
yo paso por esta vida soñando
logrando, errando y amando
pero yo soy quien paso.
el tiempo no pasa jamás
el tiempo está siempre presente
esperando por otros que vendrán,
cuando nosotros nos hayamos ido.
Así llegué a casa,
silbando bajo
la melodía olvidada,
a disfrutar el encuentro de lo mío
a pensar en mi existencia
a dar gracias por este mismo momento
por estas ganas de volver a comenzar
por estos doscientos treinta y dos mil ciento cuarenta días vividos
y por lo que fue,
pero me faltas tú.



Char®

1 comentario:

  1. Una bonita obra la que has hecho en este recorrido por los recuerdos en los días trascurrido, con un remate precioso.
    Me encantó leerlo Char.
    Un abrazo.

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