Yo solía guardar en el centro de mi pecho muchos sentimientos, los guardaba y lo peor es que no los olvidaba, siempre estaban y están allí, a pesar de que el centro de mi pecho no es un rincón, ansiaba que las arañas de mi alma cubrieran al menos un poco esos sentimientos; no por el solo hecho de esconderlos, sino para que se arraiguen con fuerza a mi carne y así no dejarlos escapar…y dejar que sepan que hay un mundo que siente y vive, que en ese mundo está latiendo otro corazón casi, casi al mismo ritmo que el mío.
Pero, para no prolongar esta especie de sufrimiento silencioso, sin buscar más palabras que las necesarias, simples y sinceras, dejé fluir esos sentimientos…y que ellos libremente se fueran... esperando que lleguen a la otra orilla, al otro lado, que rompan la distancia, donde está latente la otra parte de la historia que sin ser historia, no tiene fin, pero lo tendrá cuando un par de labios torpemente se muerdan en besos, y las miradas no busquen más que el exceso, exceso de amor.
Vivir y morir, después, después que importa si ambos corazones juntos ya latieron a un mismo ritmo en un solo beso, con caricias de miradas adornadas por estrellas en un cielo luminoso donde la luna ni se asoma, por temor a menguar de vergüenza.
Y puedo soñar que estando así…tan, pero tan juntos le digo al oído lo que ella quiere escuchar.
Ella sabe sacar lo mejor de mí, hasta me enloquece al extremo de no saber conjugar los tiempos, porque todo me ocurrió, me ocurre y ocurrirá de la forma más hermosa, inexplicable, extraña forma de amar. Y pensar que yo solía guardar muchos sentimientos, hasta darme cuenta que:
Ella sabe sacar lo mejor de mí, hasta me enloquece al extremo de no saber conjugar los tiempos, porque todo me ocurrió, me ocurre y ocurrirá de la forma más hermosa, inexplicable, extraña forma de amar. Y pensar que yo solía guardar muchos sentimientos, hasta darme cuenta que:
Cuando las madrugadas despiadadas
nos alejan cada vez más
solo queda el recuerdo doliente
de lo que no pudimos evitar
amarnos locamente a la distancia,
sin más...besos ausentes, caricias sin piel.
Miradas lejanas, susurros deseados,
quedarán guardados por siempre
esperando la señal para volver a vibrar
en la sintonía de amor ausente
que no se podrá olvidar jamás.
Hemos dejado huella,
sin siquiera caminar.
Char...libre, sin registro.