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martes, 28 de septiembre de 2010

PAZ...

Es ilusorio que se pueda llegar al “mar de la tranquilidad” y, resuelto todo conflicto, experimentar una paz sin turbaciones.
Aún si se pudiera realizar el equilibrio homeostático a nivel de espíritu y de psiquis y cesaran de éste modo las razones interiores de inquietud y de conflicto quedaría, de todos modos, la vida de cada día para encargarse de turbar nuestra paz.
Alcanzado un equilibrio, un nuevo hecho puede siempre romperlo o hacerlo precario y, por lo tanto, insatisfactorio.
Más que perseguir una hipotética paz en un improbable “mar de tranquilidad”, es conveniente aprender el difícil arte del convivir con los problemas, las incertidumbres y los conflictos.
Hay algo infantil que sobrevive en quien busca una vida sin conflictos. Llegar a ser adultos o sabios significa aceptar el peso de los días, con sus c contradicciones y contrariedades, diciéndose que todo tiene un sentido, si es leído en un horizonte más vasto, o que todo es gracia, si es leído o entendido en un horizonte trascendente.

“La paz no deriva de la ausencia de conflictos en la vida,
Sino de la capacidad de afrontarlos."

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