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sábado, 23 de octubre de 2010

ELIGE SER Y NO PARECER...

"La vida es un don de la naturaleza.
Pero una vida hermosa es el don de la sabiduría."

Hay tanta sabiduría en éste proverbio griego que, dentro de lo limitado de su horizonte, propone una verdad que debe ser meditada larga y profundamente.
Para un cristiano, sin embargo, la vida es en primer lugar un don del Padre, un tiempo dado para dar cumplimiento a su designio misterioso. Pero y también para uno cristiano la vida puede ser hermosa. Lo será solo si se compromete a vivirla día tras día en la sabiduría que, en el fondo, es dosificar las cosas teniendo siempre presente un horizonte, puesto más allá de los confines del hoy.
Puede suceder que al repensar nuestros días descubramos qué hermosos han sido, sobre todo, aquellos en los cuales se ha sabido dar de más olvidándose de uno mismo.
Puede suceder que, al llegar la noche, nos preguntemos si hemos hecho algo que nos autorice a sentirnos “buenos, poetas o grandes”. Si la verdad ha sido servida con amor se podrá decir que, sin haber querido, ese día hemos sido más hombres. No importa si no siempre lo hemos notado con sorpresa, admiración o afecto.

Pero están también los días en los cuales la verdad puede haber parecido lejana, inaccesible. Días en los que nos hemos preguntado con ansiedad, buscando una respuesta que darnos y que dar, días en los que advertimos en nosotros la tentación de elegir respuestas fáciles o soluciones cómodas para nosotros y para los demás, sin llegar a decirnos que la vida es demasiado seria como para que a sus interrogantes se le puedan dar respuestas fáciles y que la verdad no puede ser vendida ni comprada por nadie.
Es importante entonces retomar el camino sin cansarse de buscar, esperando que la verdad camine a su vez al encuentro de quien la busca con rectitud para hacérsele don, de quien la busca para volver a ser libre o llegar a serlo en plenitud.
Para poder elegir y decidir SER y no PARECER.

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