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miércoles, 17 de noviembre de 2010

MUJERES.

Alza tu cabeza y mira. Mira tu vida, mira la vida…
La vida está frente a ti y a tus espaldas y en ti.
En torno tuyo, como un mar inmenso y agitado, las vida se mueve sin descanso, imprevisible e indomable. Palpita en ti inquieta, a ratos disipada y contradictoria, a ratos entregada y entusiasta.
Detente un poco a contemplar la vida y al señor de la vida; no dejes que tu mirada sea prisionera solo de las cosas.
Si adviertes la necesidad de amar y de ser amada no dejes que tu corazón confunda la profundidad del amor con las primeras emociones de un sentimiento que nace.
También lo que se cumple en ti es una vida que espera ser mirada con estupor reconocido, más que con una mirada soñadora.
Alégrate de tu ser de mujer, de amar y ser amada, de vivir y de dar la vida. Pero no dejes que la fascinación del hoy te atrape a tal punto que te haga incapaz de crecer en la espera de otros días que acarrean sus dones.
Regocíjate por el encanto de un corazón que descubre de improviso saber por quien late, pero no confundas un pálpito acelerado con el amor que es construido con la paciente espera de los días.
Alégrate por el fin de la soledad pero no quemes, en el apuro de un hoy sin esperas, tu capacidad de amar y de ser mujer.




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